jueves, 3 de diciembre de 2009

LAS ARRUGAS DE DON AMADOR


San Martin de Porres, en la calle Santa Fe, yo vivía

Me cuentan que, a los 2 años incendie mi casa

Cuando jugaba a los bomberos de mentiritas,

Dios, la verdad Qué mala suerte tuve

no recuerdo que mi cuarto quedara hecha ceniza


Pero Unos años más tarde, apareció don Amador

El viejo amargo, de las lisuras infinitas

Que gritaba por todo el gran comedor

Y cual eco asustaba, mis juegos de aventuritas


Que mala suerte, el señor arrugas,

De sus ajos y cebollas yo escuchaba

Una palabra elegante que iba aprendiendo

Vete a la mierda, el iba diciendo

Mientras arrastraba una pierna

Porque se quedo cojo, el viejo gilero


Este era un viejo peculiar

Me enseño a jugar partidito junto al rio

Y a carcajadas, el se corría todo el arenal

Mientras soltaba lisuras que mi hermano y yo

Felices teníamos que aguantar


Don amador me enseño a montar bicicleta

Cojo, e hincha del cigarro premier,

Pero no sé como lo hacia

Me llevaba agarrado toda la avenida

Y yo sin pensar que sus arrugas,

Eran signos de la edad,

Que egoístas eran mis piernas

Y por eso Don Amador me gritaba,

Para de una vez chibolo de mierda.


Años más tarde, como todo Don arrugas

Me contaba sus historias,

De los presidentes, la muerte y de la guerra

Siempre teniendo presente en cada oración

Su peculiar, y honorable mierda.

Para esto el inquilino menor

Ya se llamaba YAYO

Era mi pequeño hermano

Que Don amador apreciaba tanto

Él le decía mi cachorrito Eduardo

El lado opuesto del huevon de Ricardo.


A los 10 años aproximadamente

Me aleje del Amargo de Don Amador,

Mi madre nos llevo a vivir por otros lares

A pueblo Libre, cuidad de señores entrañables

Y De niños ricos que juagaban entre ellos,

Pero para esto ya no estaba mi abuelo

Ni sus lisuras, ni sus gritos, ni sus cuentos


Siempre que jugaba con otros niños

Sus padres me venían a gritar,

Pues yo pensaba que era normal

Decirles aquellas lisuras

Que a esa edad por mi nuevo barrio

Nadie solía escuchar,

Que de Don Amador había aprendido

Y que de alguna manera Al pronunciarlas

Hacían parecer que él estaba conmigo.


Mas a delante los domingos

En San Martin eran puntuales,

A la hora del almuerzo don Amador

Sentaba apunta de carajos,

A sus hijos y a sus dos nietos por iguales


El se sentaba en una banca

Con un plato marrón antiguo,

Y de la guerra que él decía, era su taza,

Su infaltable gorrita en la cabeza,

Y su cajetilla de premier en la mesa,

Listo para comer lo poco que quedaba

Pues hacia que alcance para todos,

Don Amador, su carajito soltaba

y la risa de un niño en el gran comedor se escuchaba.


Después de muchos domingos

Eternos e inolvidables

Yo ya sabía mis propias lisuras y mis jergas,

Palabras que aprendía en la calle

peores de las que sabian cualquiera,

Por esta razón era una batalla infinita,

Los domingos se convertían, en una lucha de carajos,

no me jodas, calla huevon

y cuidadito nu mas con el estropajo


La señora Rosa, del viejo amargo, ella es su hija,

sus hermanos, Toño, Pete, Juan y la dulce mechita

Esos son mis tíos, que en conjunto se divertían

Cuando este joven, de maricon, con el abuelo se jodia


Después,

Las lisuras se extrañaban, fumaba más el viejo,

Y en su cuarto, su vida parecía apagada,

Todo el trabajo y caminar difícil,

el tiempo se le terminaba,

era Don Amador con los años en la mirada


Las arrugas de su rosto,

La respiración descoordinada,

Los oscuros de sus ojos,

El tartamudear de sus palabras,

El cigarro en sus pulmones,

Lo corajudo de su alama,

La lucha por los recuerdos

a don amador, la edad ya le sobraba


y carajo, Enfermo el señor arrugas

Tirado en la cama fumaba

Mientras yo iba, e intentaba que diga lisuras

Pero era en vano, ya no era el mismo

Don amador, el señor amarguras


Lamentablemente, no lo vi morir

Después de un tiempo lo fui a ver

Yo ya tenía 20 años, y al viejo amargo,

A mi abuelo, lo tenía que perder,

El, acostado en una caja, sin poder fumar

Sin espacio para que grite

Sin aliento para carajear


No todos lloraban esa tarde

En mi caso, mis ojos se mojaban en cada momento

La voz del viejo amargo,

Ya no podía escuchar a mi abuelo,

Ahora voy a extrañar sus insultos

El olor a café y cigarro que tenía su aliento,

Esas canciones en quechua, esos gritos

Esas historias y cuentos


Don amador, para algunos, está en el infierno

Por lo contrario, yo pienso

Que está mandando a la mierda

A Dios, Jesús y a San Pedro


2 comentarios:

  1. Está muy buena. Estas líneas, tus lineas, las de tu abuelo, del señor arrugas, remenbranzas de una vida que ya no es más, pero que queda en tu vida. Eso importa. Cuéntate una historia más del señor arrugas, compadre. Yo no he tenido aún un don Amador en mí casa.

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  2. Esta historia me atrapo!... muy buena!

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